El poder moverse está en la esencia del ser humano. Nuestro cuerpo viene preparado para realizar una gran cantidad de movimientos.
La vida en sociedad ha llevado a que cada vez realicemos menos actividad física, desde tomar transporte público para ir al trabajo, utilizar subterráneos y nuestro propio vehículo en lugar de caminar, solicitar las compras con entrega en domicilio y muchas otras comodidades modernas.
Estas modificaciones han llevado a que nuestra vida diaria requiera menor cantidad de movimientos, llevando a menor consumo de energía. Este sobrante de energía, si no se acompaña en un menor aporte de alimentos, lleva a que se vaya acumulando en forma de grasa. Las células que conforma nuestra grasa corporal son los adipositos. Van guardando todo la energía en exceso que circula por nuestro cuerpo, ya sea porque se está consumiendo en menor cantidad o se está obteniendo en mayor cantidad de los alimentos.
Frente a esta realidad, el deporte adquiere un lugar de relevancia, ya que permite contribuir a controlar el gasto energético sobrante. Además la práctica de un deporte varias veces a la semana contribuye a la salud del sistema cardiovascular, fortaleciendo nuestro corazón. Estimula la degradación de las células que acumulan la grasa en nuestro cuerpo y hace funcionar todo el metabolismo energético. Desde el punto de vista sicológico, el deporte actúa como un antidepresivo natural, ya que se secretan practicándolo nuestro cerebro secreta sustancias que lleva a que no tengamos tristeza y sentirnos con mejor ánimo.
La práctica de deportes grupales mejora nuestros vínculos interpersonales, la actitud de grupo y el trabajo en equipo, capacidades vitales y valoradas en el mundo actual.
La elección del deporte a practicar tiene que ser dirigida según nuestros gustos. No tiene sentido practicar un deporte en el cuál no lo disfrutemos plenamente, ya que lo abandonaremos en el corto plazo. ¡El deporte es salud!
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