La radiofrecuencia
Utilizado sobre el rostro, este método permite calentar la dermis, lo que conlleva una contracción de las fibras de colágeno y una estimulación de la producción de neocolágeno. Con las cabezas de tamaños diferentes y manejables, los nuevos aparatos pueden centrarse en el óvalo de la cara, el cuello, las zonas alrededor de la boca, o los ojos. Los aparatos de tercera generación disponen de varios pares de electrodos para una acción profunda, controlada, no dolorosa, y sin riesgos a quemar la piel.
40º en superficie
La radiofrecuencia de tercera generación es manipulada por los médicos. A través de un termómetro que mantiene en la mano durante toda la sesión, el médico comprueba la temperatura de la zona que se va a tratar. Esta alcanza 40º en la superficie de la piel, 50 y 60º en profundidad.
La radiofrecuencia se propone a los pacientes cuya piel se ha relajado, y cuyos tejidos han perdido su tonicidad.
Con la edad, o tras un régimen, las mujeres pueden ver un relajamiento cutáneo al nivel del óvalo de la cara, de los pómulos, de los contornos de la boca o de los ojos. La radiofrecuencia puede estar indicada para cualquier relajamiento moderado. Sin embargo, para las pérdidas de tonicidad muy importantes, el lifting es generalmente más eficaz.
La técnica de la radiofrecuencia se aplica indiferentemente a hombres y mujeres, a todos los tipos de piel, incluidas negras y mestizas.
¿Cuándo se debe evitar la radiofrecuencia?
Si se lleva un marcapasos, implantes metálicos, o se está embarazada, no se debe usar la radiofrecuencia. Igualmente, no conviene someterse a una sesión si la piel está irritada o si presenta una dermatosis. No obstante, si la piel está bronceada, esto no impide seguir un tratamiento de radiofrecuencia.