Seguramente
La alimentación moderna es cada vez más pobre en nutrientes y más rica en químicos, grasas y otras sustancias nocivas para la salud –y para nuestro peso. Tal es la importancia de aprender a ver más allá de las etiquetas y preguntarnos: ¿de dónde vienen nuestros alimentos? ¿Realmente nos nutren o sólo nos hacen engordar y enfermar?
Afortunadamente, en varias ciudades del mundo se están llevando a cabo iniciativas para combatir la contaminación ambiental y mejorar la calidad de las tierras de cultivo. Por mencionar un ejemplo, el sistema de Desguaces en Castellon, España, es bastante efectivo y permite deshacerse de un elemento importante de la chatarra: los vehículos abandonados. Cabe recordar que éstos son una gran fuente de contaminación, misma que ensucia ríos, lagos y la tierra.
Pero aún hay mucho por hacer. Si realmente nos interesa qué nos estamos llevando a la boca, como ciudadanas debemos exigir a nuestros gobiernos que velen por nuestra salud, impulsando la agricultura orgánica y promoviendo el etiquetado (y la advertencia, tal como sucede en muchos países con las cajetillas de cigarros) de seudo alimentos que en realidad no son nada más que comida chatarra.
Recordemos que somos lo que comemos. Si ingerimos alimentos saludables, naturales, bajos en azúcar y grasas y poco procesados, gozaremos de buena salud y nuestro peso estará equilibrado. Las dietas no funcionan si no aprendemos a llevar una alimentación equilibrada que dure más que unos cuantos días. No se trata de matarnos de hambre, sino de aprender a comer lo que nos hace bien.