Dietas compensadas y descompensadas

Si entendemos la dieta por una forma de nutrirnos que consiga hacernos perder peso, hay que saber que no todas las dietas son iguales ni en sus métodos ni, por supuesto, en sus efectos. Como punto de partida, el fundamento de cualquier dieta de adelgazamiento suele ser la reducción del número de calorías que ingerimos, de manera que nuestro organismo recurra a las reservas para seguir funcionando. El resultado, quemamos excesos de grasa.

Eso sí, para mantener más o menos los resultados, es necesario habituarnos a un estilo de vida adecuado, que incluya, además de una dieta sana, algo de ejercicio. Si las dietas son comportamientos puntuales y no obedecen a un cambio en los hábitos nutricionales, las posibilidades de volver a engordar son elevadas y es cuando se recurren a quemagrasas y suplementos deportivos para obtener sus fines.

Pero a partir de aquí, hay muchos tipos de dietas, que podríamos clasificar en dos grandes apartados: unas, compensadas, reducen las calorías pero mantienen la proporción de nutrientes en los menús diarios. Otras, descompensadas, sólo cuentan las calorías, sin tener en cuenta qué nutrientes las aportan. Por ejemplo, los ayunos más o menos prolongados, fórmulas como “el día de la fruta”.

También podemos incluir aquí aquellas que se basan en el consumo de determinados alimentos, con cualidades supuestamente adelgazantes, o en la disociación.

Las dietas compensadas, cuyo objetivo suele ser fijar las calorías ingeridas entre 800 y 1.500 diarias –lo normal son entre 2.000 y 3.000 calorías- tienen sus pros y sus contras también: es una forma de alimentarse sana y correcta, similar a la habitual y con buenos resultados, pero también aburre a quien la sigue por la necesidad de pesar y medir todo lo que come, además de que, al principio, el organismo responde con rapidez perdiendo peso, pero finalmente se acomoda y es difícil bajar más.

En cualquier caso, al reducir la cantidad de alimentos, aunque estos sean variados, también se reduce la aportación de vitaminas y minerales, por lo que no está de más suplementarlos en función de las necesidades de cada uno.

Las dietas descompensadas, evidentemente, no se pueden mantener en el tiempo sin riesgo para la salud, además de ser difíciles de soportar al tener sensación de hambre, o al limitarse mucho la variedad de alimentos. Entre estas se encuentran también las dietas comerciales, en las que se recurre a preparados en forma de batidos o barritas, que sustituyen total o parcialmente a las comidas y así combatir la obesidad. También son aburridas de seguir, y además no se pueden seguir más de 15 días.

Imagen tomada de Pixabay.

One Response

  1. Romy Edith Ocampo Rábago 27/09/2016